03 agosto 2016

Ratio

El curso pasado me ha tocad un instituto de un pueblo pequeño, y al tratarse de un pueblo pequeño, era el único instituto del pueblo. Eso significa que en él se congregaban todos los alumnos en edad escolar: alumnado en desventaja social, alumnado con necesidades educativas especiales, niños cuyo único problema era que no querían estar allí y venían obligados por los padres, llamadas a la policía, protocolos de absentismo, niños a los que les costaba la asignatura y superdotados. Todos mezclados en la misma clase.

Algún enteradillo de esos que seguramente nunca ha pisado un aula, o la última vez que lo hizo estábamos en la época de BUP y COU (donde éramos 42 en la clase y no pasaba nada), ha decidido que el número máximo de alumnos en una clase de ESO es de 33 alumnos. Eso significa que, a no ser que se matriculen 100 alumnos, tenemos tres líneas. Y pongo la mano en el fuego a que ese número 100 se cuela de estrangis en alguna parte con tal de no conceder un cuarto grupo.

Así que en una clase tienes 31 alumnos de once, doce o trece años, sentados como soldados durante seis horas al día, sin poder hablar, moverse, levantarse o salir del aula entre horas. Yo a eso lo llamo tortura. No hay que irse a Guantánamo. El sistema es inhumano. Porque son NIÑOS.

Y yo entro en dicha aula y me encuentro con los 31, y tengo 4 de compensatoria que no son capaces de seguir el nivel y necesitan que les traiga fichas. 3 de Apoyo que se supone que traen las fichas del aula específica, pero hoy no tienen ganas de sacarlas. 5 a los que directamente no les apetece trabajar, y de los 19 restantes hay 6 que no se enteran, 7 que van más o menos si le echamos una mano y el resto que parece que no tienen problema.

Yo los siento por parejas, a ver si se ayudan los unos a los otros. Porque soy un ser humano y me resulta completamente imposible atenderlos a todos. Y ni aun así. ¿Cómo les resuelvo la duda a los de compensatoria si estoy explicando en la pizarra? ¿Lo dejo todo y me voy con ellos? Y si los siento juntos se ponen a hablar porque se aburren. Normal.

Simplemente con que les dedicara dos minutos a cada uno, se me habría ido la clase y no habría hecho nada más. Si tuviera diez alumnos menos, podría ocuparme de todos sin problema.

No tenemos profesor de compensatoria porque con los recortes no hay dinero para mandarlo. Y doy una de las instrumentales, donde se aplica la compensatoria por ley.

Doy matemáticas bilingües.



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